you´ll never walk alone

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martes, 11 de noviembre de 2008

NOTREDAME

La soledad de la calle, la soledad de la noche, te hace escuchar un sin fin de ruidos. Poco puedo vislumbrar desde aquí salvo las luces de las farolas y la luz de neón del club. Se abre la puerta. El sonido del jazz inunda el silencio, una pareja sale sin mirar y se alejan.
Puedo escuchar como se quema el tabaco de mi cigarro, a pesar de la gabardina y el sombrero, siento el frio en mis venas. Los indicios indican este lugar, ya pocas opciones me quedan, pues testigos desaparecen, pistas se borran. Ya solo me queda entrar y descubrir que pasa por mi mismo. Pero algo me retiene a la puerta, otro cigarro.
Como llegue a la puerta, buena, ya esta todo ahora solo queda imbuirme en el humo que sale de la puerta en los sonidos lastimeros de una trompeta y el jazz.
Estoy dentro.
Hay varias mesas ocupadas, y en el escenario un hombre sufre su lucha con su música, llora aquellos tiempos pasados, el jazz tan triste y seductor.
El camarero, de unos cuarenta, calvo y muy delgado me observa. Me acerco. Un whisky.
No me gusta pero no quiero desentonar, quiero entrar en el ambiente, formar parte de el. Allí hay una mesa oculta pero cerca del escenario. Me quito la gabardina, hay bastante calor en el ambiente. Otro cigarro, estoy nervioso, siento como mi corazón se acelera, ahora viene lo más difícil: observar.
La noche pasa, ya no esta el trompetista. Ahora suenan los acordes de un piano, mezcla de un mas tristeza, y cierta alegría. El jazz es impredecible. Parece que el humo se ha aclarado un poco, ya puedo vislumbrar mejor lo que me rodea, las paredes llenas de recuerdos de músicos ya pasados, llenas de recuerdos de personas que algún día pasaron por aquí.
Hay tres mesas mas ocupadas, la primera una joven pareja, que se susurran al oído, parecen felices. Ya hace tiempo que no recuerdo ese sentimiento. Veo que el ligeramente le acaricia la pierna, jeje, no traen carabina. No me parecen importantes.
Otra mesa, dos hombres, son los músicos que se van turnando para tomar descanso.
Sigo mi escrutinio, todo parece en tonos oscuros, grises y marrones. Los músicos, la pareja, ella tiene el pelo negro y el parece un castaño oscuro, la camisa blanca del camarero, mesas de una madera oscura, paredes y marcos en tonos marrón, fotos en blanco y negro, el dorado algún viejo instrumento, hasta el gris de mi traje no desentona, entonces.
Mi vista se centro en la ultima mesa, como no me había dado cuenta antes al entrar, por que no me había llamado la atención, solo su presencia denotaba lo que mis sentidos me alertaban, peligro. Allí esta ella, un pelo largo de un rojo intenso cubre ligeramente su rostro, un largo vestido de noche, también rojo, se ceñía a su cuerpo. Con sus piernas ligeramente a la vista se podía vislumbrar un brillo en su piel, cruzadas, sentada, jugando con su copa, la vista concentrada en la música, no veo sus ojos, los tiene ligeramente entornados.
En ese momento me di cuenta de que estaba perdido, no había salida para mi, no habría futuro. Por culpa de ella, por culpa de algo que se rompió en ese momento.
Me está mirando, cuando ha dejado de jugar con su copa. Ya puedo ver sus ojos, me atraviesan, negros como el azabache, labios, rojos como no, dejan escapar ligeramente un pequeña sonrisa, y veo como los humedece lentamente. Pero lo peor no es eso, lo peor es el cariz de su mirada, satisfacción, deseo, lujuria. Se ha levantado, me da la espalda. El vestido la deja al aire libre. Tiene un tatuaje, un pequeño dragón.
Mis sentidos me alertan, parece que estoy cerca pero no puedo reaccionar. Se mueve suavemente hacia el escenario recreándose en cada paso, pero parece que yo solo la veo, nadie parece haberse dado cuenta de su presencia. El pianista simplemente cambia el tono de su música, y ella acercándose al micrófono, comienza a cantar como un susurro, contoneando su cuerpo de forma sensual, recorriendo sus manos por su cuerpo. No entiendo lo que dice, no importa, noto como el deseo empieza a embargarme, no me puedo dejar llevar por los sentimientos. El tiempo parece pararse, la habitación se ha quedado sola, solo sombras me rodean, todo se ha vuelto oscuro y solo una luz me alumbra, el reflejo de los focos en su vestido, moviéndose sensualmente al ritmo suave de la música, ya no soy capaz de distinguir entre blues y jazz, da igual.
La música para, el tiempo sigue sin avanzar, vuelve a mirarme, esta vez fijamente, su mirada me atraviesa como puñales, soy un mero juguete, y voy a ser suyo, no me queda escapatoria. Se acerca, viene hacia mi, debería huir, marchar puedo el sentir el peligro, pero el deseo es mas fuerte. Esta muy cerca, noto el olor del perfume que me embriaga, definitivamente peligro, y un deseo aun mayor, no puedo ya casi controlar mis palpitaciones.
Ven.
Coge su abrigo y marcha hacia la puerta, la gente sigue sin inmutarse, solo parece que el camarero la observa de reojo, lo se, soy su próxima victima, pero el deseo y la necesidad de saber pueden conmigo. Tengo que descubrir, tengo que llegar al fondo y sobre todo quiero volver a sentir ese perfume. Voy con ella, ya ha cruzado la puerta para cuando termino de pagar y coger mi abrigo: Veo un destello de pena en los ojos del camarero, no me esta ayudando demasiado, el sabe, y aun así me deja marchar.
Al subir las escaleras que dan a la calle la oscuridad de la calle vuelve a rodearme, no la veo, pero puedo escuchar el ligero sonido de sus pasos avanzando, adentrándose en la oscuridad. Tengo que seguirla, será mejor que acelere. Ya la veo brillando a la luz de las pocas farolas que aun alumbran la calle, las casas de época victoriana, cerradas, parecen fantasmas a mi alrededor.
La veo girar en una, y subir las escaleras de entrada, me vuelve a mirar, me parece ver una ligera sonrisa. Ya estoy en la casa, parece que unas tenues luces salen de su interior, la puerta esta abierta. Bueno, entrare, ya he llegado demasiado lejos, ya no puedo echarme atrás, aunque quisiese no podría. Las paredes están llenas de velas que alumbran un largo pasillo, al final hay una escalera que sube al siguiente piso. Hay dos puertas cerca de mi, una a cada lado, los muebles demuestran el lujo y el poder de una época ya pasada. Cuadros de personas recuerdan la historia de este lugar.
Una puerta abierta, este será el camino, me da a paso a otra habitación con mas velas, creo que aquí nunca se plantearon el uso de la electricidad, mismo estilo pocos muebles, salvo una especie de canapé, y allí estaba ella sentada pero no estaba sola, había otras dos mujeres con ella, con solo unas ligeras gasas cubriendo sus tersas pieles, podía ver a través de ella sus figuras, sus senos sus curvas. Y Todas ellas me miraban. Lujuria, deseo.
Soy hombre muerto lo se.
Se acercan las otras dos, lentamente. Noto como me quitan mi abrigo, mi chaqueta, mi corbata, noto como sus manos rozan mi cuerpo, frías, suaves. Como un ligero susurro corre por mi piel, noto como la excitación va en aumento, tengo miedo, se que echo mal en venir, pero ya no hay escapatoria. Ya no tengo camisa, sus labios recorren mi pecho y espalda, suaves húmedos. Noto como pequeños como mordiscos, suaves tiernos. Ella también se ha levantado. Me mira se sonríe. Mi excitación va en aumento. Me llevan al canapé, estoy sentado, aun me quedan los pantalones, ella esta delante de mi, no hay palabras, yo no podría ni si quiera articularlas. Me susurra algo al oído, y noto sus labios rozando ligeramente mi cuello.
Su vestido cae delante de mi, ahora puedo ver todo su esplendor, la perfección de su figura, lo terso de sus senos, sus pezones. Se acerca a mi, esta encima de bien, siento la suavidad de su piel, fría como el hielo.
Mis pantalones ya no están, las otras dos mujeres han desaparecido. Ella me besa, recorriendo cada milímetro de mi cuerpo, recreándose, disfrutando. No hay salida para mi esta noche, Solo un ligero dolor, no quiero ni mirar. Pero la curiosidad me puede, tengo marcas de mordisco por todo mi pecho, pequeñas líneas de sangre me recorren y ella las saborea, mirándome con esos ojos, deseo, lujuria. Aunque quisiese no puedo gritar, el deseo me embarga, la pasión, y empiezo a acariciar su sedoso pelo, veo como el brillo rojo se funde con el color de mi piel. Ella esta mas abajo, ya va por mi estomago.
Sus manos acarician mi pene, noto como la excitación ante el suave y frio roce de sus manos va creciendo. Sus labios se acercan, ya no veo. Una cortina de sedosos pelos rojos tapan mi visión, no puedo vislumbrar lo que pasa tras de ella solo puedo sentir. Concentrarme en ver lo que esta pasando con mi mente. Noto la humedad de sus labios, la humedad de su lengua, el ligero roce de sus dientes. Se recrea, noto como me introduce entre sus labios, la profundidad de su garganta. Otra vez dolor, noto como algo cálido cae lentamente por mi piel.
Se aparta sus cabellos, puedo ver sus ojos, sus labios sobre mí, el color de mi sangre manchando su rostro. Su lengua rozándome suavemente. Sus manos acarician ahora mi pecho, su mirada vuelve a centrarse en mí. Se acerca, noto como su el peso de su cuerpo sobre el mío, el roce de su piel, noto su respiración. Sus ojos, otra vez lujuria y deseo.
Me besa, noto sus labios, carnosos, su lengua húmeda, su sabor que se mezcla con el mío y con el de mi sangre. Cada vez me queda menos control sobre mis movimientos, ya solo puedo dejarme llevar. Estoy seguro, he encontrado a quien buscaba pero a muy alto precio.
La intensidad de su beso aumenta, su lengua esta dentro de mí. Y no solo eso. Noto como su cuerpo se desliza hacia abajo, lentamente. Noto como voy abriéndome camino, cálido húmedo, no se si es por ella o por la sangra que cada vez mas estoy perdiendo. La intensidad de sus movimientos va en aumento, sus manos cogen mi cara, noto el vibrar de su cuerpo encima del mío, sus ligeros gemidos junto a mi oído. Aumentan, cada vez mas rápido, cada vez mas fuertes. Cualquier indicio de autocontrol que me quedase se ha perdido, la aferro por la cintura, fuerte, mis dedos se clavan en su piel. Yo también participo en el momento, cada vez más y más.
Se acerca el momento, el desenlace, el final de lo que serán mis días. Todo se acelera, me siento cada vez más débil y mareado, pero no puedo parar. Se echa para atrás permitiéndome ver sus pechos moviéndose rápidamente, tersos, suaves. Ya no puedo mas, voy a perder el conocimiento, los gemidos se han convertido en gritos de placer. Todo da vueltas. Exploto, explota, dolor en el cuello. Mi vida se va, todo se apaga.
Placer, acaso no hay una muerte más dulce……..

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